martes, 13 de octubre de 2009

Raymond Carver







TU PERRO SE MUERE


lo atropella una furgoneta.
lo encuentras a la orilla de la carretera
y lo entierras.
te sientes mal.
te sientes mal por ti mismo,
pero te sientes peor por tu hija
porque era su mascota
y lo quería mucho.
solía canturrearle
y lo dejaba dormir en su cama.
escribes un poema sobre ello.
lo titulas un poema para tu hija
y trata del perro al que atropella una furgoneta,
de cómo te ocupaste de él,
lo llevaste al bosque
y lo enterraste hondo, muy hondo,
y el poema sale tan bien
que casi te alegras de que hayan atropellado
al pobre perro, si no, no habrías escrito
nunca ese poema.
entonces te sientas a escribir
un poema sobre la escritura de un poema
que trata de la muerte de ese perro,
pero mientras escribes oyes
a una mujer gritar
tu nombre, tu nombre de pila,
ambas sílabas,
y tu corazón se para.
dejas pasar un rato y vuelves a escribir.
ella grita de nuevo.
te preguntas cómo va a terminar esto.



Págs. 32-33







BANCARROTA

Ventiocho, un vientre velludo que sobresale
de la camiseta (insolvente)
aquí tumbado en mi lado
del colchón (insolvente)
escuchando el extraño sonido
de la voz de mi mujer (también insolvente).

Somos unos recién llegados
a estos pequeños placeres.
Perdonadme (le ruego al gobierno)
que no hayamos sido previsores.
Hoy, mi corazón, como la puerta delantera,
está abierto por primera vez desde hace meses.



Pág. 35





III
POR LA MAÑANA


Apretamos los labios contra el borde esmaltado de las tazas
e intuimos que esta grasa que flota
en el café logrará que el corazón se nos pare cualquier día.
Ojos y dedos se dejan caer sobre los cubiertos de plata
que no son de plata. Al otro lado de la ventana, las olas
golpean contra las paredes desconchadas de la vieja ciudad.
Tus manos se alzan del áspero mantel
como si fueran a hacer una profecía.Tus labios se estremecen...
Te diría que al diablo con el futuro.
Nuestro futuro yace en lo más profundo de la tarde.
Es una calle angosta por la que pasa un carro con un carretero,
el carretero nos mira y vacila,
luego menea la cabeza. Mientras tanto,
rompo indiferente el espléndido huevo de una gallina de raza Leghorn.

Tus ojos se nublan. Te vuelves para mirar el mar
tras la hilera de tejados. Ni las moscas se mueven.
rompo el otro huevo.
Seguramente nos hemos empequeñecido juntos.



Pág. 44





LOS SALMONES

Los salmones se mueven de noche
salen del río y entran en la ciudad.
Evitan las plazas con nombres
como Foster's Freeza, A & W, Smiley's,
pero nadan juntos por la zona
de las casas de la Wright Avenue donde a veces
en las primeras horas de la mañana
los oyes intentarlo con las perillas de las puertas
o tropezar con el cableado de la Cable TV.
Les esperamos levantados.
Dejamos abiertas las ventanas traseras
y nos avisamos al oír el primer chapoteo.
Cada mañana es una decepción.


Pág. 53




POEMA PARA HEMINGWAY Y W.C. WILLIAMS


3 gruesas truchas quietas
.........la poza inmóvil
bajo el nuevo
.........puente de acero.
dos amigos
.........suben lentamente
el sendero.
.........uno de ellos,
ex-peso pesado,
........lleva una vieja
gorra de caza.
........quiere matar,
es decir, pescar y comerse
........los peces.
el otro,
........médico,
sopesa las posibilidades
........de tal cosa.
cree que estaría bien
........que permanecieran
sin más ahí suspendidas
........para siempre
en el agua clara.
........los dos siguen caminando
pero ambos
........lo discuten mientras
desaparecen
........entre los árboles
los campos y la luz que oscurece
........aguas arriba.



Págs. 57-58





PARA SIEMPRE



A la deriva en una nube de humo,
sigo la raya que en el suelo del jardín deja un caracol
hasta el muro de piedra.
Solamente al final me acuclillo, veo

lo que hay que hacer y, de repente,
me adhiero a la piedra húmeda.
Empiezo a mirar lentamente alrededor
y a escuchar, utilizando para ello

mi cuerpo entero como el caracol
utiliza el suyo, relajado, pero alerta.
¡Atención! Esta noche es un hito
en mi vida. Después de esta noche,

¿cómo podré volver a mi
vida anterior? Mantengo los ojos fijos
en las estrellas, les hago señales
con mis antenas. Me sujeto bien
durante horas, descansando sin más.
Más tarde, la pena comienza
a gotear en mi corazón.
Recuerdo que mi padre está muerto,

y que me voy a ir pronto
de esta ciudad. Para siempre.
Adiós, hijo, dice mi padre.
Casi al amanecer, bajo

y vuelvo errabundo a casa.
Todavía están esperándome,
el espanto aletea en sus rostros
cuando se encuentran con mis nuevos ojos por primera vez.


Págs. 62-63




MIEDO


Miedo a ver un coche de la policía acercarse a mi puerta.
Miedo a dormirme por la noche.
Miedo a no dormirme.
Miedo al pasado resucitando.
Miedo al presente echando a volar.
Miedo al teléfono que suena en la quietud de la noche.
Miedo a las tormentas eléctricas.
¡Miedo a la limpiadora que tiene una mancha en la mejilla!
Miedo a los perros que me han dicho que no muerden.
Miedo a la ansiedad.
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo a quedarme sin dinero.
Miedo a tener demasiado, aunque la gente no creerá esto.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y miedo a llegar antes que nadie.
Miedo a la letra de mis hijos en los sobres.
Miedo a que mueran antes que yo y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre cuando ella sea vieja,
y yo también.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día acabe con una nota infeliz.
Miedo a llegar y encontrarme con que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar lo suficiente.
Miedo de que lo que yo amo resulte letal para los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado.
Miedo a la muerte.
........Ya he dicho eso.



Págs. 74-75





II
FELICIDAD



Tan temprano que casi está oscuro todavía.
Me acerco a la ventana con una taza de café
y el atasco de siempre a estas horas de la mañana
en la cabeza.
Veo entonces al chico y a su amigo
calle arriba
repartiendo el periódico.
Llevan gorras y sudaderas,
uno de ellos con una bolsa al hombro.
Son tan felices
que no se dicen nada, estos chicos.
Creo que si pudieran, se cogerían
del brazo.
Es temprano por la mañana
y están haciendo esto juntos.
Se acercan, despacio.
El cielo empieza a cubrirse de luz,
aunque todavía cuelga pálida la luna sobre el agua.
Tanta belleza que, durante un instante
la muerte o la ambición, incluso el amor,
no tienen cabida aquí.
Felicidad. Llega
de forma inesperada. Y sigue su camino, realmente.
Cualquier madrugada te lo dice.


Págs. 80-81




A MI HIJA

Todo lo que veo me sobrevivirá.

Anna Ajmátova





Es demasiado tarde para maldecirte, para desearte,
digamos, la fealdad, como Yeats hizo con su hija. Cuando
la vimos en Sligo vendiendo sus cuadros, había funcionado:
era la mujer más fea y más vieja de Irlanda.
Pero estaba a salvo.
Durante mucho tiempo no entendí
sus motivos. En cualquier caso, es demasiado tarde,
como digo. Ya eres mayor, y preciosa.
Eres una borracha preciosa, hija.
Pero una borracha. No puedo decir que se me parta
el corazón. No tengo corazón cuando se trata
de la bebida. Es triste, sí. Sólo Dios lo sabe.
Tu viejo amigo, ése al que llaman Silo, ha regresado
a la ciudad, y el alcohol ha vuelto a correr de nuevo.
Llevas tres días borracha, me dices,
cuando sabes jodidamente bien que la bebida es veneno
para nuestra familia.¿No te servimos de ejemplo
tu madre y yo? Dos personas
que se querían a golpes.
que acabaron a golpes con el amor que se tenían, vaciando vaso tras vaso,
maldiciones, desgracias, traiciones.
¡Debes estar loca! ¿No has tenido suficiente?
¿Quieres matarte? Puede que sea eso. A lo mejor
creo que te conozco y no te conozco.
No te estoy tomando el pelo, niña. ¿Quién te toma el pelo?
Hija, no debes beber.
Las últimas veces que nos vimos lo habías dejado.
El cuello escayolado y además
un dedo entablillado, gafas oscuras para ocultar
el moratón en el ojo. Un labio
que un hombre debería besar en vez de partir.
¡Oh, Dios, Dios, Dios!
Tienes que intentarlo ya.
¿Me oyes? ¡Despierta! Tienes que cortar con esto
y empezar de nuevo. Tienes que dejarlo por completo. Te lo estoy pidiendo.
Vale, sólo te lo digo. Mira, el destino de nuestra familia
es el despilfarro, no el ahorro. Pero puedes cambiar las cosas.
¡Debes hacerlo, no tienes más remedio!
Hija, no bebas.
Te matará. Como lo hizo con tu madre y conmigo.
Así.


Págs. 89-90






ENERGÍA


Anoche, en su casa, cerca de Blaine,
mi hija intentó explicarme lo mejor que pudo
qué había fallado
entre su madre y yo.
"Energía. La energía de ambos estaba mal encauzada".
Se parece a su madre
cuando su madre era joven.
Se ríe como ella.
Se aparta el flequillo
de la frente con un gesto como el de su madre.
Apura el cigarrillo
hasta el filtro en tres caladas,
igual que su madre. Creía
que la visita resultaría fácil. Me equivoqué.
Esto es duro, hermano. El pasado
se desborda por mi sueño cuando intento
dormir. Me despierto y me encuentro miles
de cigarrillos en el cenicero y todas
las luces de la casa encendidas. No pretendo
entender nada: hoy seré transportado
a tres mil millas de distancia hasta
los amantes brazos de otra mujer, no
de su madre. No. Ella está atrapada
en el engranaje de un nuevo amor.
Apago la última luz
y cierro la puerta.
Cuando nos movemos hacia cualquiera zona del pasado
se ponen en marcha las cadenas
y tira de nosotros, implacablemente.



Págs. 91-92





III
AL MENOS



Quiero levantarme temprano una vez más,
antes de que salga el sol. Antes que los pájaros, incluso.
Quiero echarme agua fría a la cara
y sentarme a mi mesa de trabajo
cuando el cielo empieza a iluminarse y aparece
el humo en las chimeneas
de las casas vecinas.
Quiero ver cómo rompen las olas entre las rocas, no sólo
oírlas como por la noche mientras duermo.
Quiero ver de nuevo los barcos
que llegan de cualquier parte del mundo
y cruzan el Estrecho,
los cargueros viejos y sucios que apenas se mueven,
los nuevos buques de carga
pintados de todos los colores bajo el sol
tan rápidos que cortan el agua a su paso.
No quiero perderlos de vista,
ni tampoco la pequeña barca que avanza
entre ellos
o la estación del práctico al lado del faro.
Quiero ver cómo bajan a un hombre del barco
y suben a otro a bordo.
Quiero pasarme el día viendo estas cosas
y sacar mis propias conclusiones.
Detesto parecer egoísta -tengo muchos
motivos para estar agradecido-
pero quiero levantarme temprano una vez más, al menos.
Acercarme a mi sitio con un café y esperar.
Sólo esperar a ver qué ocurre.


Págs. 100-101





TODA SU VIDA

Me acosté a dormir la siesta. Pero cada vez que cerraba los ojos.
pasaban lentamente cirros sobre el Estrecho
hacia Canadá. Y las olas. Rompían en la playa
y volvían de nuevo. Sabes que no suelo soñar.
Pero anoche soñé que estaba viendo
un entierro junto al mar. Al principio me asusté.
Luego me inundó la pena. Pero
me tocaste un brazo y dijiste: "No, está bien.
Ella era muy vieja y él la amó toda su vida".


Pág. 124





UNA TARDE

Mientras escribe, sin mirar el mar,
siente que la punta de la pluma se estremece.
La marea está subiendo hasta el guijarral.
Pero no es eso. No,
se debe a que en ese momento ella ha decidido
entrar en la habitación sin nada de ropa.
Adormecida, sin saber muy bien
dónde está. Se aparta el pelo de la frente
Se sienta en el tocador con los ojos cerrados,
la cabeza hacia abajo. Repantigada. La ve
a través del vano de la puerta. Puede
que ella se esté acordando de lo que ocurrió por la mañana.
Después, abre un ojo y le mira.
Y sonríe dulcemente.


Pág. 143




ESPERANZA


"Mi mujer -dijo Pinnegar- espera verme tirado como un perro cuando me deje. Es su última esperanza".

D.H.LAWRENCE,
"Jimmy and the Desperate Woman"



Me dejó el coche y doscientos
dólares. Dijo, Hasta siempre, cariño.
Que te sea leve. Eso
tras veinte años de matrimonio.
Ella sabe, o cree que sabe,
que gastaré la pasta
en un día o dos, y que finalmente
estrellaré el coche- que estaba
a mi nombre y necesitaba reparación, de todos modos.
Cuando salí de casa, ella y su novio
estaban cambiando la cerradura
de la puerta delantera. Me saludaron.
Les devolví el saludo para que se dieran cuenta
de que no le daba importancia
alguna. Luego pisé a fondo
hasta la frontera del estado. Estaba lleno de ira.
Ella tenía razón al pensarlo.
Me uní a los perros y
nos hicimos buenos amigos.
Pero salí adelante. Un largo
camino sin volver la vista.
Dejé a los perros, mis amigos, atrás.
Sin embargo, cuando asomé
la cabeza otra vez por aquella casa,
meses o años después, conduciendo
otro coche, ella se puso a llorar
cuando me vio en la puerta.
Sobrio. Vestido con una camisa limpia,
pantalones y botas. Su última esperanza
no se había cumplido.
Y no tenía ningún otro motivo
para la esperanza.


Págs. 160-161





LA PEQUEÑA HABITACIÓN


Era un buen ajuste de cuentas.
Palabras arrojadas como piedras contra las ventanas.
Ella gritaba y gritaba, como el ángel del juicio final.

Entonces apareció el sol de repente adensando
el cielo de la mañana.
En el silencio repentino, la pequeña habitación
resultaba extrañamente vacía mientras él le secaba las lágrimas.
Se parecía a todas las demás habitaciones pequeñas de la tierra
en las que la luz encuentra dificultades para entrar.

Habitaciones en las que la gente se grita y se hiere.
Y luego siente pena, y soledad.
Incertidumbre. La necesidad de amparo.


Pág. 176





DULCE LUZ


Tras el invierno, torpe y afligido,
florecí con la primavera. Una dulce luz

me colmó el pecho. Sacaba
una silla. Me sentaba durante horas frente al mar.

Escuchaba las balizas y aprendí
a expresar la diferencia entre una campana

y el sonido de una campana. Quería
todo lo que estaba a mi lado. Incluso quería

dejar de ser una persona. Y lo logré.
Sé que lo hice (ella me trajo de vuelta).

Recuerdo aquella mañana en que cerré la caja
de la memoria y giré la llave.

Cerrada para siempre.
Nadie sabe lo que me ocurrió

aquí fuera, mar. Sólo tú y yo lo sabemos.
Por la noche, las nubes cubrieron la luna.

Por la mañana ya se habían ido. ¿Y aquella dulce luz
que dije antes? También se había ido.


Pág. 178



MI MUJER

Mi mujer ha desaparecido con toda su ropa.
Se dejó dos medias de nailon y
un cepillo del pelo que encontré detrás de la cama.
Me gustaría que te fijaras
a esas medias y a los pelos negros
entre las púas del cepillo.
Tiro las medias al cubo de la basura; el cepillo
me lo quedo para usarlo. Sólo la cama
resulta extraña, no sé qué hacer con ella.

Pág. 212




Raymond Carver
Todos nosotros
Traducción y prólogo Jaime Priede
Bartleby Editores, Madrid, 2006
260 pp.

5 comentarios:

Kuka dijo...

Lo extraño mucho

insomne dijo...

muy bueno no conocia este autor pero una poesia coloquial de alta factura para leer de nuevo o comprar los libros a ver q consigo.......
gracias por acercarme a este autor!
saludos

Lobo dijo...

Acá ando :)

Lobo dijo...

gracias por la visita, insomne, un gusto.

Saludos para ti.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.